El rebote del bibliotecario

Ocurre frecuentemente, especialmente entre aquellas personas que trabajamos de cara al público (aunque sea un público reducido, como es mi caso), que tenemos ganas de mandar al cuerno a los tocanarices habituales.
Preguntas absurdas, exigencias imposibles de cumplir y demás tonterías usuales crespan los nervios a cualquiera. Incluso a los bibliotecarios, esos seres que transmiten paz y sabiduría, esos seres incapaces de perder la paciencia, con esa aureola de beatitud...Los montillas de la biblioteconomía, vamos, que jamás contestarían mal a nadie...



¡Mamá, miedo!

 

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