Etología del bibliotecario, visto por un psicólogo

No somos universalmente adorados, de acuerdo. Tampoco es que importe en exceso, la verdad. Que el vecino del quinto piense que me dedico a quitar el polvo a los libros y a mandar callar a la gente, no me quita el sueño. A decir verdad, me da puntos extra en las reuniones de vecinos, en las que al arquear yo una ceja, inmediatamente todo el mundo se queda callaíto. Tenemos superpoderes...





Pero de vez en cuando, a los usuarios se les despierta la única neurona que parecen tener, y se dedican a diseccionarnos, como si fuéramos una cucaracha a la que aplastar. Y surge la teoría de la etología del bibliotecario. Me diréis que ha descubierto la sopa de ajo...



El bibliotecario típico se define por los siguientes elementos:

- Temperamento flemático
- Marcha regular y lentísima, rozando los pies por el suelo de forma inaudible - Paso de la momia
- Mirada intensa, de búho
- Tono de voz bajo y suave
- Gestos solemnes y hieráticos
- Ropa de por lo menos 30 años de antigüedad - por ejemplo una t-shirt del estreno de Star Wars
- Tez pálida y polvorienta
- No parecen necesitar nunca los lavabos, ni parecen tener sed o hambre
- Tienen una cultura general amplia, pero la ocultan
- Sienten una mezcla de desprecio/envidia hacia aquellas personas cuyos estudios son "específicos"

(...)



El lenguaje de un bibliotecario es muy restringido, y se puede enumerar sin problemas:

- Cof cof
- Ssshhhh
- Eh
- ¡Silencio!
- ¿Mmm?
- Ah..
- ¡Ssssshhhhhh! (Seguido por la extensión del cuello hacia arriba, como una tortuga)
- ¿Su carnet?
- Grrtghflb
- Llevas retraso acumulado
- Lo siento, no está disponible
- Lo siento, lo tiene un profesor
- ¿Quieres hacer una reserva? No funcionará
- ¿Un préstamo interbibliotecario? Tarda mucho
- Es un libro de "sólo consulta"
- No encuentro el CD que iba incluido, lo siento
- ¿Que buscas qué??
- Las revistas están por ahí (Indica un punto indefinido en el espacio)


No está mal. No se ha salido de ningún tópico ni ha añadido ninguno nuevo. Poco original, la verdad. Se ha olvidado de la faldita y del moño, que es lo esencial, pero lo clava en lo de 'mirada de búho' y lo de "cuello de tortuga". Ahora entiendo por qué tengo mi cuello de cisne, de tanto estirarlo. Y, por supuesto, a partir de ahora definiré la mirada "no toques ese libro, peazo mendrugo" como "mirada de búho". Si alguien quiere añadir más zoológico a nuestra profesión, adelante.

Tampoco añadiría yo más frases a nuestro lenguaje: con esas pocas y unas cuantas de lenguaje corporal (como dedo índice en los labios, o el dedo corazón, cuando un usuario te toca las narices) ya puedes ser bibliotecario tranquilamente.

A su bibliotecario, no obstante, le regalaría una camisetita:




Por mi parte, sólo tengo una cosa que añadir. De acuerdo, mi objetivo durante el día es desalentar a los usuarios de cogerme un solo libro de mi preciada biblioteca, amedrentarlos con mi mirada, quedarme sentada todo el día en mi mesa con mi taza de té al lado, pero después de mi jornada pseudo-laboral quién sabe a lo que nos dedicamos...Vigila tu espalda, chavalín.


 

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