Leyenda urbana

Al hilo de los comentarios del post anterior, debo comunicaros que los bibliotecarios sexys no existen (excepto en vuestra imaginación). A la biblioteca no se va a contemplar la flora y fauna, por lo que los bibliotecarios guapetones son descartados y aniquilados por el resto del grupo. Lo hacemos por vosotros, entendedlo, para que no os desconcentréis. Si algún elemento se cuela, procura por su propio bien pasar desapercibido, a base de moños, arqueo de cejas y fruncir el entrecejo. Darwinismo bibliotecario, si queréis, pero no debemos permitir que la raza se desvirtúe. Esa es una explicación. La otra es que los libros desprenden un vaho que nos vuelve amargados, bordes y de sempiterno malhumor.

Pero alguno se escapa...










 

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