La bibliotecaria simbiótica

A lo largo de la vida del bibliotecario, un chirrido de ruedas oxidadas le persigue allá donde vaya: el carrito. Por desgracia, no siempre está donde debiera, bien porque el mendrugo del bibliotecario de mañanas lo ha cambiado de sitio y se extravía, bien porque está en reparaciones, después de que una rueda explotara con tanto libro mata-cucarachas transportado. En ese momento, sin su carrito, el bibliotecario se siente despojado de su alma, desnudo a merced de los usuarios. Pero hay soluciones para todo; sólo es necesario modificar ligeramente el moño para hacer un huequecito en él, que servirá para llevar libros en horario laboral y la compra por la tarde. Una simbiosis perfecta entre moño y nido de cuervos. Por supuesto, sin olvidar el resto del look. Ideal.



 

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