Escrito en la piel

Los años pasan y pesan, y las neuronas funcionan a medio gas. Olvidamos citas, no recordamos dónde dejamos las llaves del coche y pasamos de largo fechas antes imposibles de no tener en cuenta. Sin embargo, nuestra conciencia quiere luchar contra nuestro despiste a toda costa. Todos, en algún momento, hemos apuntado algo en el dorso de la mano. Queda patético, ahí garabateado, nuestra desmemoria a los ojos de todos, pero así nos aseguramos de verlo y acordarnos. Pero hay personas que lo llevan al extremo de convertir su cuerpo en un lienzo en el que escribir sus palabras, la constancia de ellas.





Lo siguiente es catalogarlas y ordenarlas en las estanterías. Las estadísticas de préstamo aumentarían, seguro.

 

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