El secreto de la pócima

Una persona, digamos, normal se despierta somnoliento, con ojeras y con las arrugas de las sábanas marcadas en la cara. Por desgracia, los bibliotecarios no somos una excepción en eso: cuando despertamos de nuestro merecidísimo, profundo y reparador sueño, nuestras cejas no obedecen el impulso natural de arquearse, y nuestros bíceps permanecen lánguidos en nuestro cuerpo. Ni siquiera la pierna hace ademán de levantarse en una simple patada voladora. Sin embargo, estamos en posesión de una pócima secreta; un brebaje que nos devuelve nuestro habitual mal humor y las ganas de patear traseros de usuarios tocapelotas. Bueno, de acuerdo, no os mentiré. En realidad, el secreto no es tal...tenemos que confesaros, pequeños saltamontusuarios, que el truco está en el envoltorio. O mejor dicho, que un bibliotecario no bebe jamás café en una taza del montón, sino con una que debe indicar su pertenencia al gremio. Y así recordar sus objetivos diarios: poner cara de disgusto, hacer mohínes, arquear cejas y hablar crípticamente. Si tiene tiempo para catalogar, será la leche...



 

Twitter

About