Terapia conductista aplicada al usuario

El conductismo es una rama de la psicología que, a grosso modo, nos dice que cualquier comportamiento o conducta puede modificarse mediante estímulos externos.

Sin ir más lejos seguro que recuerdan como el malvado Pavlov hacía babear a sus adorables perritos con una campanilla y la promesa de una suculenta comida o aquella inolvidable escena de niños educados a golpe de electro-shock que nos propone Huxley en su Mundo feliz o aquella otra donde el protagonista de la Naranja mecánica es bombardeado con terribles imágenes mientras escucha a su amado Beethoven.

Los ejemplos son muchos y variados, pero ustedes se preguntarán como se aplica esto al ámbito bibliotecario. Vayamos paso por paso.

Todos coincideremos que uno de los mayores problemas con los que se encuentra cualquiera de nosotros es el de mantener el sagrado silencio en nuestro lugar de trabajo. Perdemos gran parte de nuestro valioso tiempo mandando callar a los usuarios con el onomatopéyico, y muchas veces desagradable, ¡Sssssh! o simplemente profiriendo un sonoro ¡Silencio!... Métodos que perjudican enormente la salud de nuestras cuerdas vocales.

Ya los siento preguntando ansiosos: ¿Y como nos va ayudar el conductismo a resolver este problema?

Pues no me dilato más en mis interminables disquisiciones. Aquí tienen la respuesta, hallada en uno de los capítulos de esa grandísima serie (la cual ningún buen friki debería perderse) que es Futurama:



Como ven el profesor tiene un tablero con el que puede aplicar un electro-shock a cualquiera de sus alumnos. Imagínense por un momento dicho sistema implementado en nuestras bibliotecas; todos y cada uno de los puntos de lectura o los puestos informatizados controlados desde un tablero mediante el cual poder administrar un electro-shock a cualquier díscolo usuario que pretenda romper el silencio de nuestro lugar de trabajo.

¿Magnífico, no? Que tranquilos nos quedaríamos. Y menudo descanso para nuestras resentidas cuerdas vocales. ¡Usuarios de las bibliotecas del mundo, preparaos para sufrir nuestras descargas! ¡BWHA-HA-HA-HA-HA-HA-HA-HA-HA-HA-HA! (Lo siento, no he podido evitar mi risa de genio maligno, cosas de leer a Descartes)

 

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