De todo hay en la viña del Señor

Principalmente, rica uva que se transformará en una de esas botellas de vino que nos tomamos de vez en cuando mientra planeamos la DMF. Pero no es de uva ni vino ni dominación mundial de lo que les voy a hablar en el día de hoy, sino de las meigas. Bueno, tampoco: entiéndanlo como metáfora, imagen o lo que sea. Ya saben, por aquello que dicen de que «meigas, haberlas, haylas».

Que no saben de qué les hablo? Pues de que va ser, almas de cántaro: de buenos usuarios o, como dimos en llamarlos, «usuarios majosmajos». De esos que te sonríen y te miran a los ojos cuando te hablan, de esos que te dan los buenos días cuando llegan a la biblioteca y te dan las gracias después de que los hayas atendido, de los que escuchan atentos las explicaciones que les das, de esos que nunca tienen tanta prisa que no puedan charlar contigo un minuto o dos, de esos que no resoplan porque imprimir un archivo en la fotocopiadora-impresora es demasiado lento (que te veo, Clodoveo y hace años que nos conocemos: y no, una vez más, las fotocopias y las impresiones te las haces tú mismo. Que parte la palabra «autoservicio» no entiendes, melón?), de esos que saben tu nombre y te llaman por él en lugar de chistarte como si llamaran a su perro...

Pues existen. Haberlos, haylos. De verdad de la buena. Y no sólo eso, sino que a veces, incluso, te traen un regalito por haberles ayudado en alguna búsqueda complicada. Como unos bombones. Sí, sí, como los de la foto. Chocolatito del rico para endulzarte la jornada de trabajo y hacerte olvidar, ni que sea por un minuto, a tanto cenutriousuario como anda suelto por el mundo.

Dedicado a todos los «usuarios majosmajos».

 

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