Mi mejor día

Estaba siendo el mejor día de mi vida como bibliotecaria: no había ni un puñetero cenu en toda la biblioteca, nadie llamaba preguntando por esas desideratas que se me habían traspapelado entre las páginas del BOE en el que envuelvo mi bocata de mortadela de la media mañana (¿les he dicho ya cuán estresante puede llegar a ser esta profesión?) y, lo que era mejor, podía dar rienda suelta a la imaginación y la combinación cromática de mis uñas estaba quedando de miedo. No podía caber tanta felicidad en una sola biblioteca.

Bueno, sí, claro que podía caber. Allá en el exterior de la biblio acababan de sonar los primeros acordes del "Hot N' Cold" de Katy Perry, y la cosa iba a más. El estruendo provenía de la facultad de al lado. Me imaginaba mil y una maneras de afear la conducta de los cenus díscolos (todas ellas humillantes, huelga decirlo) y de llamarlos al orden. Me las prometía muy felices, sí. Así pues, me alisé el traje, me soplé sobre las uñas recién manicuradas, me coloqué el moño en perfecta vertical y crucé el patio que separa la biblioteca de la facultad, dispuesta a efectuar una razia implacable e inmisericorde...

... pero lo que me encontré fue toda una sorpresa. Vean, vean.

Habían bastado dos acordes de la canción para que la fiera se desatara, y uno solo para bajarme el clímax de golpe y porrazo, como quien esboza una sonrisa sardónica y muestra los dientes para quitar el carné al cenutriousuario de turno por devolver su préstamo medio minuto tarde. A mi alrededor todo el mundo bailaba y se lo pasaba bien, canturreando la canción. Poco después me enteré de que aquella práctica es habitual, se llama Lipdub (una es que no se entera de estas cosas: mientras no haya monografías sobre la materia en mi centro catalogador, por mí como si no existen) y ésta era de las que hacen historia: nada menos que trescientos cincuenta cenus participaron en su rodaje, un larguísimo plano secuencia tope molón.

Un hurra por los organizadores de la UPC. Un hurra por los cenus que me tuvieron la biblioteca tranquila durante toda la mañana. Y muchos más hurras por el intrépido lector de Frikitecaris que sea capaz de identificarme entre toda la turba lipdubera... Total, si no puedes con el enemigo, únete a él... y, a fin de cuentas, ¿quién podría identificarme sin mi esplendoroso moño?


 

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