Así, no

Hay muchas maneras de despertar las vocaciones bibliotecarias. Puedes hacerlo con charlas en el instituto, por contacto con los amigos, porque hayas crecido en un entorno lector, porque (evidentemente) tuvieras un amor platónico con tu bibliotecaria escolar... o con métodos indirectos; por ejemplo, la identificación. Si tu héroe de ficción es bibliotecario, pues a lo mejor es porque ser bibliotecario mola; por lo tanto, estudiaremos Biblioteconomía y Documentación. Doy fe de que algunos de mis compis de la Facultad de Historia querían ser arqueólogos porque habían crecido con las pelis de Indiana Jones. Y luego, claro, se encontraban con que la profesión consistía básicamente en cepillar piedras en descampados agrestes dejados de la mano de Dios.

A lo que iba. El mecanismo de identificación puede funcionar en según qué casos, pero, en otros, es contraproducente e incluso desaconsejable.



Más que nada, porque queremos que la tierna criatura que leyó este libro sea una bibliotecaria, no una abrazanenúfares.

 

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