Ese es el espíritu (y XI)

Aún hay esperanzas. Así, dicho de sopetón, y en plena efervescencia primaveral, seguro que pensáis que me refiero a esperanzas de encontrar un ejemplar de bibliotecarius macizorrus o, más increíblemente aún, de un usuarius majus majus. Bajad del guindo, queridos: he dicho esperanza, no milagros. Todo bibliotecario nace, eso ya lo sabemos, porque tal grado de excelencia no se puede crear ex nihilo;y hablamos de 'esperanza' porque hemos encontrado a una bibliotecaria perfecta. Se trata de un hecho insólito, porque a estas alturas ya no creíamos ser capaces de encontrar a una bibliotecaria que destilara tanto odio al cenutriousuario, combinado con un saber hacer impecable y un moño divino de la muerte. Y, ojo, que no se quedara en meras palabras, sino que pasara a la acción (¡y de qué manera!) ya desde el principio de la relación con el cenutriousuario. Me reconocerán que de boquilla todos somos unos pérfidos frikitecarios, pero que luego nos dan penita la mayoría de las veces, sobre todo cuando ponen esa carita de gato desvalido; nos enternecemos y ooooh, fin de nuestra maldad.
No. Queda esperanza. He aquí a Jorge Duque, un simpático y tierno cenu, que ha sido víctima de nuestra bibliotecaria portadora de esperanza. Él mismo explica aquí la hazaña que le supuso hacerse el carné de la biblioteca, bajo la continua tortura de nuestra bibliotecaria (ahora y para siempre) favorita: ahora te falta el DNI, ahora te falta una foto, ahora te falta... Así hasta conseguir que, cuando nuestro excelso Jorge Duque consiguió el carné, se fue y, cito textualmente, "Me senté en la sala de estudio, y empezé [sic] a dar golpes contra la mesa, y yo quería romper cosas, y llorar, llorar de la rabia por no poder bajar a recepción cogerle del pelo, apoyando su cabeza en la recepción y decirle 'Señora, es usted una puta pesadilla, y ojalá se quede calva, le siente mal la puta comida que tantas ganas tenía de comer, aunque si no, ya le doy yo un par de puñetazos en la boca, para que esté ingiriendo líquidos durante dos meses, por ser tan desgraciada, y hacerme a mí desgraciado con usted' y poder salir libre de cargos en el juicio, en el caso de que alguien encontrase el cadáver y me denunciasen los familiares".
¡Ese es el espíritu, puñetas! Conseguir que nuestro cenu quiera echarse a llorar y que nos odie a muerte... MUJAUAJAUAJUA. Pasen y lean, queridos. No tiene desperdicio. Si al final de la lectura no les duele la mandíbula de tanto reírse, es que no son frikitecarios de pro.

[Muchas gracias a Jorge Duque por permitirnos esta entrada, escrita desde el cariño y el respeto.]

 

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