Cuéntame un cuento

He aquí una viñeta genial del casi siempre genial Forges:
Esta viñeta nos llama la atención sobre varias cosas. El poder que la televisión e internet ejercen sobre una infancia cada vez más solitaria. El escaqueo generalizado de unos padres que generalmente no pueden dedicar tiempo a sus hijos. La necesidad de recuperar ciertos valores hoy perdidos. La falta de imaginación con que se encara el ocio infantil. La rebelión, revolución o inconformismo que, tarde o temprano, prenderá en nuestros menores, que son nuestro futuro: en algún momento, visto lo visto y viniendo dadas como vienen dadas, los niños de hoy serán adultos inquisitivos, si y solo si aprenden a utilizar la televisión e internet en lo que valen, como una herramienta para hacerlos pensar, y no como lo que son en la actualidad: un instrumento para atocinarlos y hacerlos cada vez más acríticos.
Son muchas cosas, que se resumen en dos: queremos niños que piensen por sí mismos (los queremos, ¿verdad?) y, lo que es más importante, los niños también quieren pensar por sí mismos. Y una manera inmejorable de hacerlo es la transmisión de conocimientos de generación en generación. Puede ser una transmisión oral, mediante cuentos e historias contadas al calor del hogar, o en cuentacuentos. Pero también puede ser una transmisión escrita, mediante los libros.
Las bibliotecas cumplen una función trascendental para los dos últimos de estos tres aspectos. Siempre y cuando no aparezca alguna administración dispuesta a cercenarlos, como está haciendo en la actualidad la Comunidad de Madrid, amparada en esa excusa tan manida que es la crisis y la necesidad de hacer recortes.
Porque, claro, si te quitan los fondos para que puedas leer cuentos en tu biblioteca infantil (municipal, de la Diputación, autonómica o escolar), y directamente te suprimen actividades como los cuentacuentos, estás haciendo recaer todo el peso de esa parte de la educación y la formación de los niños como personas en unos padres ausentes que no te pueden dedicar tiempo. Y entonces, ¿qué te queda? La televisión. El ordenador. Como únicas fuentes de educación extraescolar.
Y no queremos eso. 
No lo queremos, ¿verdad?
Sin embargo, los cuentacuentos, tan denostados por la Comunidad de Madrid, pueden llegar a convertirse en valiosas herramientas para hacer demagogia política. Vean esta noticia, y escalofríense como haría cualquier persona de bien:
El titular del diario Sur, de Málaga, es elocuente: hay colegios en los que, por falta de presupuesto, los niños tienen que dar las clases en el puto suelo. Como es lógico, un partido político se aprovecha de ello, pone el grito en el cielo y, en cierto modo, contrarresta todas las críticas que le están cayendo por su deplorable gestión de las políticas educativa y cultural en las comunidades donde gobierna. Pero,  pero, peeeero... resulta que el diario Público, que es "de la otra acera", entrevista al director del centro y este confiesa que no es que hubiera recortes (que, de todos modos, no los ha habido en su centro): es que el aula de la foto estaba sin muebles, y los niños en el suelo, ¡porque aquello era un cuentacuentos! Como es evidente, el partido que denunció falsamente no solo no ha rectificado sino que insiste, erre que erre, en que los pobres niños andaluces están dando las clases en el puto suelo.
La noticia no tiene desperdicio, y la pueden leer aquí.

 

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