(Visto aquí)
El pelo perfectamente desaliñado, en un estudiado caos que suele ocuparnos una hora. Irradia serenidad, amabilidad y belleza (aunque esté urdiendo maldades). La cosa, amigos, es que no siempre fuimos así. Ni de lejos. Incluso hubo veces en que fuimos así:
(Aquí; gracias, Violeta)
Así que si os ponéis nostálgicos y empezáis a decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, os sugieron que estudiéis detenidamente estos uniformes. Personalmente, me quedo donde estoy. Si al menos los sombreritos fueran a lo Frank Sinatra...