Todos conocemos a Mafalda, esa niña dulce e ingenua creada por Quino hace ya bastantes años, en los sesenta, en pleno movimiento hippy. Pero lo divertido de Mafalda es que no es tan ingenua como nos quieren hacer creer (dulce sí, eso no lo vamos a negar), es deliciosamente subversiva e iconoclasta, pero como es un cómic nos la han vendido como dirigida a un público infantil (siguiendo la estela de El principito, o Los viajes de Gulliver; si eso son libros sólo para niños, que baje Dewey y lo vea) Y para muestra, un botón. O mejor, dos:


¡Y luego dicen que los tebeos son sólo para niños!