Todos conocemos a Mafalda, esa niña dulce e ingenua creada por Quino hace ya bastantes años, en los sesenta, en pleno movimiento hippy. Pero lo divertido de Mafalda es que no es tan ingenua como nos quieren hacer creer (dulce sí, eso no lo vamos a negar), es deliciosamente subversiva e iconoclasta, pero como es un cómic nos la han vendido como dirigida a un público infantil (siguiendo la estela de El principito, o Los viajes de Gulliver; si eso son libros sólo para niños, que baje Dewey y lo vea) Y para muestra, un botón. O mejor, dos:
¿Cuántos políticos no deberían decir lo mismo que Felipe, aunque solamente fuese para ganarse los votos de tanto y tanto frikitecari como anda suelto? O para quedar bien en los periódicos al día siguiente. ¿No sería una campaña fantástica la segunda tira? ¿O es más bien una ironía, una crítica que todavía sigue vigente y se puede aplicar a la generación de las malditas videoconsolas?
¡Y luego dicen que los tebeos son sólo para niños!