Porque hay resacas y resacas

Los bibliotecarios somos un dechado de recato, educación, saber estar y buenas maneras victorianas. Excepto en las convenciones de la IFLA, claro, pero eso que quede entre nosotros, por favor. Todos sabemos cómo nos levantamos después de asistir a uno de los fantásticos IFLA World Library and Information Congress, pero no sabemos cómo hemos acabado así. Suponemos que el haber asistido a conferencias del tipo Applied knowledge management: a panorama of success stories & case studies in libraries and lessons learned (traducción de andar por casa: Gestión práctica del conocimiento: un panorama de historias de éxito y casos de estudio en bibliotecas y lecciones aprendidas, que en realidad se podría titular No te vamos a contar nada que no sepas ya, ¿pero a que queda muy finolis y técnico el título de la conferencia? y vendría a ser lo mismo) tiene bastante que ver, e incluso es muy probable que el tercer gin tónic, que no recuerdas haberte tomado, también ayudara lo suyo. El día siguiente no hace falta que lo explique, ¿verdad? ¿verdaaad? Esa es la resaca del bibliotecario, una resaca en la que el sujeto se siente culpable y pretende ocultar las más que evidentes secuelas físicas, porque, por supuesto, por algo Rangathan lo hizo bibliotecario, y no precisamente para dejarse llevar por el primer garrafón al canto amenizado con grandes clásicos musicales como la Macarena.
En fin, esa es la resaca clásica. Además, los bibliotecarios y los usuarios majosmajos tenemos otro tipo de resaca, mucho menos humillante e incluso tan bonita y etérea que a los cenus seguro que les cuesta entenderla. Es la resaca que produce la lectura de un libro. Sí, cuando te enamoras de los protas de un libro y te imaginas viviendo (y protagonizando) en esa ficción mientras vas camino a casa, haces la compra al súper, friegas los platos o te preparas para acostarte. Es una resaca que dura hasta el siguiente libro, pero es tan bonita que a veces te cuesta despegarte de ella y atrasas la lectura del siguiente libro de la Pila solo por el placer de seguir dos o tres días más viviendo en ese mundo.


Por poner un ejemplo ampliamente conocido, que se lo cuenten a los fans de Canción de Hielo y Fuego, muchos de los cuales no se han enterado de que hay vida más allá (del Muro, de la saga y de la serie).

 

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