Mal que me pese, los bibliotecarios somos humanos. Tampoco hace falta que dicha información se difunda entre nuestros usuarios, pero los bibliotecarios sangran y sufren como los demás. Incluso se esguinzan en la calle de la manera más tonta. El problema no es el estar todo el rato pidiendo a los usuarios que hagan cosas por mí, como traerme una botella de agua, abrirme las puertas (con suavidad y sin portazos) o calentarme la comida. A eso ya deberían estar acostumbrados. El problema real, el verdadero, el único que me inquieta es que me haya sucedido esto a las puertas de agosto, que es el mes en el que hago el expurgo anual a fondo. Esa estantería que quería cambiar de sitio para hacer más espacio a una materia que ha crecido mucho el último año. El cúmulo de códigos legislativos que están repetidos y hay que eliminar. Las revistas y libros "inútiles" que "misteriosamente" desaparecen durante este mes, de la estantería y del catálogo. El horror.
¿Qué hago? Hasta que la solución vino a mí.
Ahora sólo tengo que escoger al cenutriousuario adecuado para llevarlo a cabo...