Las navidades se acercan, y con ellas los típicos calendarios. Tranquilos, para deleite y solaz de nuestros queridos lectores, habrá un calendario Frikitecaris 2012, aunque estamos en fase de preproducción y los detalles son un secreto de estado. Pero no solo de Frikitecaris vive el hombre (bibliotecario), sino también de cuerpos (bibliotecarios) esculturales, esculpidos milímetro a milímetro en sudorosas sesiones de gimnasio, dándolo todo con la rabia acumulada gracias a nuestros cenus, con sus bíceps, tríceps y tableta de chocolate marcándose generosamente y entreviéndose bajo las (almidonadas) camisas. Es pensar en el bibliotecarius macizorrus (pongan aquí un gemido-suspiro a lo Meg Ryan en Cuando Harry encontró a Sally) y me pierdo. Sinceramente, me cuesta pensar en un bibliotecario que esté bueno, y cuando digo bueno me refiero a buenobueno, no a normalito ni a pasable ni a pssss... Que levante la mano (y nos envíe una foto) aquel que tenga como compi de biblioteca a un ejemplar del excelso (y en vías de extinción, dada su escasez) bibliotecarius macizorrus. Y no me mientan, que nos conocemos. Verán, todo este escepticismo no aparece de un día para otro, sino tras muchos años de frustración al ver pasar por delante de mi mostrador a bibliotecarios, los cuales no entraremos en describir por no ser (aún más) crueles.
Claro que a veces recibes en tu mail un calendario, de esos típicos prenavideños que la gente hace con fines sociales, con mejores intenciones que resultados; lo recibes, digo, con el asunto "Te gustará, ¡va de bibliotecarios!" y te pones a la defensiva y piensas "no, más gafapastas con barriga de cincuentón no". Dudas si te conviene abrir el adjunto, con el día tan malo que llevas, con ese cenu dándote la vara durante una hora sobre si el préstamo vence a las 00 h del día X o a las 24 h del día siguiente o si el libro que se llevó hace dos semanas y devolvió sin leer era gris o verde; grandes incógnitas del siglo XXI, vamos. Lo abres y se oye un "What the fuck???!!!" (que se podría traducir como ¡Cáspitas! ¿y esto qué es?) en medio del silencio de la biblioteca. Has sido tú, que has echado un vistazo a enero:
Ay omá qué rico. El resto del año, aquí (pero ya les advierto que desmerecen mucho al lado de este señor*).
*Zack, si alguna vez lees esto, que sepas que en España tienes un harén de bibliotecarias dispuestas a caerse rendidas a tus pies. Te recibiremos con las piernas abiertas. Digo, los brazos abiertos. Qué lapsus más tonto, oigan.