Los tiempos cambian, los niños crecen y siguen su curso. Y parece ser que le ha llegado la hora a Frikitecaris , que (si Dewey quiere) seguirá sus andaduras por otros caminos 2.0.
No se trata de un “Adiós”. Es un “hasta luego” (espero) y una excelente experiencia. Me quedo con todo lo que he aprendido, todo la terapia que he realizado, la feina ben feta y lo bien que me lo he pasado.
Aún no tengo claro si un Frikitecari nace o se hace. Lo que si me ha quedado claro es que, nazca o se haga, tarde o temprano los Frikitecaris se encuentran y “la lían parda”.
“¡Que nos quiten lo bailao!”
Un placer (pero de los grandes y buenos)
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Son malos tiempos para los blogueros, sobre todo para aquellos que empiezan a cumplir años, adquieren nuevas responsabilidades, nuevos puestos de trabajo... Y el tiempo ya no es lo que era.
Antes teníamos tiempo para escribir en tres blogs a la vez (Librarian Apocalipsys, GeekTeca, Frikitecaris), actualizarlos a diario, además del correo, el Facebook y cualquier tontería adicional que saliese en Internet. Ahora las obligaciones laborales y las personales no nos permiten escribir más allá de los 140 caracteres.
Frikitecaris comenzó allá por el 2 de mayo de 2006 de las manos de Enric y Cristina, poco a poco nos hemos ido incorporando más gente hasta formar un gran equipo de 20 perpetradores de todos los puntos de la Península, que ocasionalmente nos juntamos para ponernos ciegos a comer y que compartíamos un modo "diferente" de la profesión bibliotecaria.
Mi primera colaboración escrita fue un 28 de agosto, allá por el 2008, cuando celebramos la primera Frikitequedada en Madrid. Aunque todo empezó unos meses antes durante la Frikitequedada en Barcelona para celebrar el 2º aniversario. La Frikitejefa se empeñó en que me uniese al grupo de perpetradores... y claro con un hacha en la mano... como le iba a decir que no. Hicimos un trato, yo les ayudaba con el soporte técnico del blog y de vez en cuando escribía algo, y a cambio conservaba todas las partes de mi cuerpo.
Y así pasaron los años, echando una mano por aquí, cambiando las plantillas por allá, corrigiendo el código html de alguna que otra entrada, y en los últimos tiempos "sustituyendo" a la Frikitejefa y su consorte (lo siento, son insustituibles) para que esto no de desmadrase demasiado.
Siete años después os decimos adiós con todo el dolor de nuestro corazón. Aunque seguiremos por aquí, no en Blogger, pero sí por Twitter y Facebook. Un fuerte abrazo a todos.
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Pues les voy a dar un disgusto: en realidad tengo más de cenu que de bibliotecario. Vale, que he trabajado en bibliotecas, tanto públicas como privadas, y me he casado con una bibliotecaria, pero en realidad yo solo pasaba por aquí.
Me explico. Cuando Frikitecaris arrancó allá por 2006 y Enric le pidió a Cristina que le echara una mano con la logística, yo estaba enviciadísimo con mi blog y, dadas mis tendencias proactivas y procrastinadoras, acepté de mil amores ayudar de vez en cuando con la programación de entradas y haciendo valer mis dotes organizativas en la lista interna de Frikitecaris. Además, y aquí viene lo bueno, yo estaba suscrito a La Lista, y llegó un momento en el que le cogí el gustito a esa especie de censura implícita que es el "no se adecua a los objetivos de la lista" cada vez que, de manera invariable, no pasaba el filtro de los supertacañones por un quítame allá esta referencia a Frikitecaris en un mensaje, por lo demás, completamente adecuado a los objetivos de la lista. Lo cojonudo del tema era que si yo escribía un mensaje a La Lista troleando al enésimo bibliotecario espeso y paranoico, pasaba el filtro sin demasiados problemas.
Pero divago. Verán, me he pasado diez años coordinando revistas y proyectos varios, y la tarea de soporte de la lista interna de Frikitecaris ha sido, con diferencia, una de mis experiencias más gratificantes al respecto. Por un lado, supongo que porque no había dinero de por medio, pero, por otro, y fíjense en lo majosmajos que somos en el sector bibliotecario, porque es, probablemente, la lista sobre bibliotecas con menor cantidad de egos por talento y metro cuadrado. Me explico. Las tormentas de ideas de Frikitecaris han sido siempre una risa, el ambiente ha sido distendido y creativo, y además hemos conseguido formar un grupito de amigos bastante majo, con ramificaciones en Madrid, Barcelona y Ses Illes (por ejemplo). Muchas veces no sabías si estaba asegurándote material para el siguiente mes de Frikitecaris o planificando una quedada en un restaurante japonés. Y todo ese componente lúdico, creo yo, se ha notado para bien en el blog propiamente dicho. Muchos de los neologismos que hemos acuñado han sido el producto de alguna que otra tajada o bien en un brunch en la terraza de cierto perpretrador, o bien tomando el vermutito por el barrio de otra perpetradora.
En resumen: que hemos sido un grupito de amigos, unidos por una afición y una profesión comunes, embarcados durante siete años en una ida de olla de dimensiones míticas, pero que se ha plasmado en resultados tangibles y, creo yo, de auténtica calidad. En este blog hemos tenido denuncia, despiporre y ficción a partes iguales, y parte de la gracia, creo, estriba en que nunca se sabía por dónde iban a salir los perpetradores. Creo que siempre ha habido margen para la sorpresa, y créanme, después de mil entradas y siete años, eso es dificilísimo.
Pero todo lo que comienza tiene un final, los ciclos se terminan, y tal vez sea la hora de que Frikitecaris limite su actividad a redes sociales como Facebook o Twitter (Tuenti es que nos lo tienen copado nuestros cenus, ¿saben?).
Ha sido un verdadero placer. Nos leemos en las redes sociales o, qué idea más intrigante, en La Lista.
Besitos,
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Verán, cuando empecé a ayudar a Enric con Frikitecaris, no me imaginé ni de lejos la repercusión que podría llegar a tener. Me lo tomé muy a cachondeo, y, ya puestos, en tono reivindicativo, porque no conozco otra profesión con tantos collares para el mismo perro ni con tanto ego por tantas absurdeces; que somos bibliotecarios, coñe, no los inventores de la bombilla. Digamos que la sutileza no ha sido nunca mi arma de batalla, pero sí la ironía en estado puro. Y por lo visto gustó a los lectores. Caló. Comenzaron a llegar lectores (bibliotecarios y usuarios) la mar de majos, que agregamos sin remilgos como perpretadores, por eso de aprovechar la sangre fresca y las ideas nuevas. A lo tonto, y como quien no quiere la cosa, pronto empezamos a montar cenas en japoneses, brunchs en terrazas espectaculares, calçotadas memorables y aperitivos domingueros. Hemos asistido a bodas de perpretadores e incluso a los nacimientos de sus retoños. Eso, teniendo en cuenta que estamos dispersos por toda la península, se merece cuando menos un gran reconocimiento y un agradecimiento público al resto de perpretadores. Nos queremos y eso, supongo, se nota. Paralelamente, el blog comenzó una andadura propia, con nombre propio, en el que ha habido momentos para todo: humor, reinvidicaciones, presentaciones, collejas a La Lista y un sinfin de momentos entrañables. Pero todo tiene su momento, y mis aportaciones en el blog ya no son lo que eran y, eso, créanme, me duele, porque él me ha dado más a mí que yo a él. Reconozco que, en mi caso, ha sido en parte debido a la ausencia de comentarios por parte de los lectores. Está muy bien escribir, pero si no sientes que conectas con la gente, si no le pones nombre a aquellos a quien escribes, personalmente se me comenzó a hacer cuesta arriba. Es la tendencia habitual: ahora todos leemos en el móvil, en la tablet o donde sea, en cualquier momento, y no es posible ponerse a comentar. Entiéndanme, no es una protesta: es el sino de todos los blogs y hay que ser realistas. Sin embargo, no quiero (ni queremos) cerrar el blog definitivamente, porque sería demasiado doloroso, como intentar cerrar un capítulo de tu vida que sigue abierto. De momento, seguimos en Facebook y en Twitter. Quién sabe si, algún día, volveremos. Hasta entonces, ¡ha sido un placer!
Sé que tengo una merecida fama de Rottenmeier, así que solo lo diré una vez: os quiero. Mucho.
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Me vicié a leer Frikitecaris. Fué una época en que me tomaban por ida: una bibliotecaria de las de "¡ssshhht!" y "¡no se toma café en la biblioteca!" riéndose por lo bajini aparentemente por nada. Como una regadera, oigan.
Era imposible no sentirse identificada con esas anécdotas entre el realismo, la exageración y la pura ficción. Pronto no pude evitar aportar algunos comentarios y, sin saber cómo, de repente me llegó una oferta para unirme al grupo de perpetradores.
Aunque ha sido un honor, reconozco que no he sido muy prolífica. La Jefa me tuvo que amenazar animar una y otra vez hasta que creo que me dejó por imposible.
Estoy orgullosa de haber participado en esta fantástica locura con gente de sitios tan diversos. Amigos, amigas, os he leído y he aprendido a apreciaros como si os tuviese aquí al ladito, como si fuerais mis colegas de siempre. Vuestras vidas han cambiado a medida que también ha cambiado la mía.
Como siempre: besos. Nos seguiremos viendo en las pantallas.
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Para los que dicen que Internet nos vuelve más autistas, revisad vuestras teorías, melones. Nosotros somos ya un grupo -mal avenido, eso sí- de amigos.
Preparaos para la que será mi aportación más inteligente a este blog:
Corto y cierro...
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Creo recordar que llegué hasta Frikitecaris de la mano de Juanma Santiago y Anna C. Me imagino que compartí alguna de frikada en el blog y amablemente me invitaron a participar a golpe de borrador. Como ya hemos visto que las redes sociales son ya más rápidas e intuitivas que nuestro artesano blog, este cambio va a ser sin duda a mejor, y ganaremos en agilidad en la lucha por la Dominación Mundial Frikitecaria. No preocuparse, que seguiremos dando la lata en el facebook, twiter y en el grupo mail común.
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Puedo asegurar sin temor a equivocarme que fue por culpa de la Frikitejefa que un buen día me vi metido en este fregado. Hasta entonces yo sólo era un bibliotecario con un blog, lector de Frikitecaris y pasé a ser perpetrador: no podía haber sido de otro modo, pues aquí me sentía como pez en el agua, y dar palos a los cenus (que no al agua) era algo que me gustaba. Pero pasa el tiempo, y falta el tiempo, y cuando no es por A es por B, y pasas de escribir poco a no escribir nada... y un día te dicen que te despidas, que cerramos. Y aunque te sabe mal, sabes que tal vez ya ha llegado la hora. Y haces recuento y ves todos los buenos momentos que has pasado en el blog y fuera de él (opíparos almuerzos y cenas, que no sólo de blog vive el frikitecario; mañanas de fotografía para preparar calendarios, etc.), y la pena no es tanta. Se cierra el blog, pero los amigos quedan. Hasta siempre.
Ferran
Ferran