Magro y de tontos, pero consuelo al fin y al cabo, es saber que todos los bibliotecarios sufrimos -en silencio, por supuesto- la misma enfermedad: la recepción indiscriminada de libros como regalo.
Poco se puede hacer, como bien habréis comprobado en vuestra larga y dilatada experiencia como bibliotecarios. Por mucho que nos esforcemos, por mucha cara de asco que pongamos al recibir dicho obsequio, la situación se repite periódicamente. Y ahora se acerca Navidad...
Introduciremos, pues, un cambio en la estrategia. Por favor, imprimid y engancharos la siguiente imagen en un lugar que sea bien visible. A ver si así, poniéndoles las cosas fáciles, pidiéndoselo a gritos, captan la ironía de una vez. Si la mejor defensa es un buen ataque...puede que funcione...