
La importancia no radica en el estreno de un nuevo espacio cultural para la Ciudad Condal, para solaz de usuarios pro-dominatrix y de bibliotecarios expertos en arqueo de cejas, sino por la especialización de parte del fondo, en ciencia ficción. Por fin los frikis tenemos dónde ir a coger nuestros raros libros en préstamo y poder reunirnos en clubs de lectura para confraternizar entre nosotros. Es un pequeño paso para el bibliotecario, pero un gran salto para los frikitecarios. Porque no vamos a poner en esa biblioteca a cualquier bibliotecario, no, de eso nada: ahí pondremos al frikitecario por excelencia, aquel que engloba todas nuestras virtudes y carece de ningún defecto. Estamos hablando de Pau, alias Blackonion.

