Un hecho indiscutible es que las bibliotecarias, al ser el sueño erótico de todo hombre, podemos escoger pareja. Pero hay que reconocer que algunas bibliotecarias tienen un gusto dudoso y además bastante atrofiado: sería el caso de Laura Bush. Ignoro qué derroteros la llevaron a casarse con tamaño energúmeno, pero la realidad está ahí. Por si fuera poco, la cabra tira al monte y el bibliotecario al libro, así que a la señora le ha dado por escribir cuentos...infantiles; con la colaboración de su hija Jenna, para quien su madre es un modelo a seguir. No sabemos si por lo de bibliotecaria o por ser primera dama. Sin embargo, debemos reconocer que el argumento es original, totalmente inaudito: El libro cuenta la historia de un travieso niño al que le gusta hacer de todo menos leer, aunque, con la ayuda de su profesora, termina descubriendo que los libros y los personajes pueden ser muy divertidos. Ejem.
Dewey nos pille confesados...