Las estanterías tienen vida propia. Sí, comprobado. Se mueven, se ensanchan y se agrandan según la necesidad del usuario. Seguro que hace las delicias de las bibliotecarias, aunque los bibliotecarios lo puedan tener más difícil en cuanto a la percepción de la medida real y objetiva del agrandamiento, porque ya sabemos que su medida real (la varonil) es fruto de su imaginativo universo paralelo. Pero no se me desvíen: piensen en estanterías, no en cosas que no he mencionado. Para ser exactos, en una estantería que se abre cual abanico para dejar aire y espacio a los nuevos niños-libros que adquiriremos este año con nuestro exiguo presupuesto, tan escaso el pobre que no nos dará ni para comprar una balda más. Señores, en plena crisis hay que reciclar, reusar, reinventar la realidad (pero no al estilo varonil, se entiende). ¡Practicidad, esa es la clave!
[Gracias a Support Distant vía Monkeyzen]