Con la iglesia hemos topado

A lo largo de la historia, la iglesia española ha atesorado y recopilado auténticas joyas del patrimonio bibliográfico de este país. Además, todos los años, la teología, iglesia cristiana, valores de la familia, defensores pro-vida, etc, etc, etc, son temáticas que nunca se acaban a la hora de editar libros. No sin olvidarnos de que la iglesia católica cuenta con una extensa red de centros de educación y universidades privadas, que también editan lo suyo. Por lo que al final del año nos encontramos con una enorme cantidad de libros que sumados a los anteriores forman bibliotecas de la iglesia. Y donde hay bibliotecas, hay bibliotecarios. Y yo les iba a hablar de cómo llegar a ser bibliotecario de la iglesia española.

Hace poco un/una amigo/a participó en el proceso de selección para la biblioteca de la Conferencia Episcopal Española. Le dijeron que la entrevista de trabajo versaría de 2 partes:

- Una, su formación profesional y su experiencia laboral.
- Dos, su convicción religiosa en la iglesia católica.

La primera parte os la podéis imaginar: he estudiado tanto y he trabajado en tantos sitios.

De la segunda parte me contó que le preguntaron directamente por su creencias religiosas, si creía en la iglesia católica, si era practicante de ir todos los domingos a misa, celebrar las festividades religiosas, si pertenecía a alguna hermandad, asociación y cofradía católica... Mi amigo/a no pasó la segunda fase.

¡Flipa, flipa, flipa! Ahora resulta que no sólo hay que estudiar una carrera, tener experiencia laboral, hacer cursos complementarios, ser un buen profesional en tu trabajo, sino que para entrar en las bibliotecas de la iglesia, llámense de la Conferencia Episcopal, monásticas, universidades católicas y colegios catedralicios, también hay que ser practicante católico.

A fin de cuentas, qué se puede esperar de una institución que durante 3 siglos, mediante la Inquisición, mantuvo la "aprobación" como permiso para la impresión de libros en el país, que realizó listas de libros prohibidos, que quemaba a los herejes que los imprimían y en general que ha hecho todo lo posible por no dejar circular libremente la industria del libro a lo largo de su historia. Y por supuesto, no ha pedido perdón ello, ni lo piensa hacer.

 

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