Existen los usuarios pestosos, pero no pestosos por cansinos (que a veces también) sino por el tufo a eau de sobac que van desprendiendo a su paso por la biblioteca. Como diría mi abuela: "huele que trasciende". No sé si será un problema de su olfato o del desconocimiento de la existencia del agua y jabón, pero algunos días y, especialmente cuando el calorcillo aprieta y hay quien no se pasa por la ducha, me gustaría poder desvanecerles cual geniecillo de la lámpara y plantarles en Pernambuco, por lo menos, a ver si desde allí no marean tanto...
Se han debido creer que son más valiosos por su olorcillo, intentando emular el aroma que liberan los libros antiguos que según han publicado recientemente, además de inconfundible (e insoportable algunas veces, según me cuenta mi fuente de la BNE...), puede resultar de utilidad a la hora de valorar su estado de conservación.
Visto en: Eoi.