Flema británica

Cuando eras niño y amanecía un día de perros, vivías con la ilusión de que tus papás se compadecieran de ti y te dijeran que te quedaras en casa. Ahora que eres mayor, en cuanto caen cuatro gotas te quedas en casa y decides postergar esa devolución de préstamo, o esa tarde de estudios en la biblioteca.
Sin embargo, hay ejemplos históricos de usuarios con sentido del deber y, sobre todo, valor. Mucho valor.

La fotografía nos muestra a varios usuarios de la biblioteca de Holland House, en Kensington, comportándose como si los nazis no hubieran bombardeado Londres durante el Blitz. Haciendo sus vidas como si tal cosa. Consultando libros y sacándolos en préstamo, ajenos a todo, en un alarde de esa flema británica de la que tanto nos reímos en el Continente, pero que, bien mirado (sobre todo, en casos como este), resulta digna de admiración.
La foto se puede ver en esta dirección, y la robamos vilmente del Facebook de Pedro Pablo García May, quien a su vez la había tomado prestada de otro contacto suyo.

 

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