Es silencioso, está dotado de una curiosidad innata, ahuyenta a los bichos perjudiciales para los libros, están dotados de un instinto territorial del que deberían tomar buena nota todos los bibliotecarios mínimamente diligentes y, encima, queda la mar de decorativo.
Y luego hablan de ratones de biblioteca. ¡¡Pero si la mascota del gremio debería ser el gato!!