Después de un largo periodo de espera, Frikitecaris se enorgullece de ofrecerles esta segunda lección respecto a un tema de tan gran interés para nuestra profesión como es el Mobbing de usuarios.
Antes de empezar propiamente con la lección en sí, y a modo de introducción, hay que decir que las bibliotecas han sido desde tiempos inmemoriales lugares para poner en práctica innovaciones tecnológicas. Sin tener que retroceder demasiado en el tiempo, fue en las bibliotecas donde aparecieron los primeros catálogos y sistemas de préstamo automatizados, por no hablar de los terminales informáticos de acceso público y un largo etcétera de innovaciones.
Aún así, ninguna de estas innovaciones contribuía de manera directa a un posible uso para con el mobbing de usuarios. Afortunadamente los tiempos están cambiando. Es por ello que desde este humilde espacio nos congratula el presentarles el primer micrófono direccional de uso bibliotecario:
Como habrán podido comprobar del visionado anterior, el citado micrófono ofrece multitud de posibilidades de cara al mobbing de usuarios. Nosotros, en nuestro constante afán de superación, nos atrevemos a sugerirles alguna más.
Por ejemplo, como muy bien saben, en esta época de exámenes que esta llegando a su fin, las bibliotecas tienden a llenarse de una especie de usuarios a los que desde aquí denominaremos apuntófagos. Uno puede pensar que con el fin del semestre quedará por fin tranquilo. Pero todos sabemos que, como una especie de eterno retorno nietscheano, no pasará demasiado tiempo hasta que los apuntófagos vuelvan a copar todos y cada uno de los asientos de nuestras bibliotecas.
A estas alturas ustedes se preguntarán "¿Y cómo puede ayudarnos el micrófono direccional en nuestra eterna lucha contra las hordas apuntófagas?". Fácil. En primer lugar, una vez hayan adquirido su micrófono, deberán posicionarse en algún lugar de la biblioteca donde tengan una visión óptima de sus víctimas, pero desde el cual no puedan ser vistos. En pocas palabras, lo que en jerga militar suele denominarse como posición de francotirador. Una vez hallada dicha posición y parapetados allí con nuestro micrófono, sólo nos queda poner nuestra mejor voz de ultratumba (en ese sentido los fumadores tenemos algo de ventaja) y socavar la confianza de los apuntófagos a base de mensajes del tipo:
-No importa que estudies, vas a suspender...
-Ese montón de apuntes no lo acabas en la vida...
-Abandona toda esperanza, tu profesor te odia...
En un primer momento los apuntófagos pueden llegar a pensar que las largas horas de estudio les están jugando una mala pasada y que empiezan a alucinar. No desfallezcan y sáquenlos de su error insistiendo con sus mensajes de desánimo. Desde aquí les aseguramos que, en pocos días, su biblioteca se habrá desecho de esta terrible plaga.
[Gracias a Beatriz GM por el enlace ;)]
6 de febrero de 2008
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