Somos una panda de criticones (y algo mas) de cenutriousuarios. Insistimos en su cenutriez, su no saber estar en las bibliotecas, su ignorancia insultante del buen uso de las bibliotecas y las posibilidades que ofrecen (a pesar de ALFINes varias, explicaciones, rótulos informativos y un largo etcétera).
Pero todo esto tiene un origen. Y ese origen, al menos en parte, se halla en las bibliotecas escolares o mas bien, en las deficiencias de las bibliotecas escolares.
En pleno siglo XXI las bibliotecas escolares continúan dependiendo de la buena voluntad del maestro o profesor de turno, que con mas o menos ilusión y con menos que mas conocimientos dedica una parte de su tiempo a ese espacio de cultura y aprendizaje.
Rara avis es el bibliotecario escolar en nuestros lares (salvo honrosas excepciones, que seguro las hay).
En las bibliotecas escolares no es extraño encontrar que el bibliotecario es un maestro en pre-jubilación en busca de un rincón tranquilo para leer el periódico.
En otros sitios puede establecerse un sistema de turnos de manera que al que le toca biblioteca se pierde el café con bollo de media mañana, y claro, eso quema...
Entre tantos se encuentran algunos a los que la biblioteca les causa cierta atracción, incluso les gusta. Lo que pasa es que tienen pocos conocimientos o lo que creen saber es erróneo. Del palo de inventarse sistemas de ordenación rebuscadísimos que jamás nadie entenderá, excepto ellos mismos (a esos deberíamos fichar para volver definitivamente locos a nuestros usuarios).
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Existe realmente el bibliotecario escolar o bibliotecaria escolar? ¿Quién los paga? Lo que lleva a otra pregunta: Ah, pero, ¿cobran por hacer este trabajo?
Pues en algunos lugares del mundo no sólo existen sino que además son innovador@s, dinámic@s, profesionales...
Pasen y vean lo que apareció hace ya algún tiempo en El País.
Y por si no se lo acaba de creer, tras un intensísimo trabajo de investigación desde Frikitecaris hemos localizado la página web de esta biblioteca escolar.
Besos a todos los bibliotecarios escolares que contra viento y marea, sin apenas recursos y con mucha imaginación se lo curran cada día. Sé que no todos son como los descritos en el texto del post (nooo, nooo, no me estranguleeen, snif)