Estaba yo esta mañana tan ricamente leyendo las noticias, por aquello de estar concentrada en la pantalla haciendo ver que me gano el sueldo, cuando me topo con que -de nuevo- Renfe ha hecho de las suyas en Barcelona: ha dejado tirado enmedio de un túnel durante una hora a todo un tren lleno de pasajeros (si fuera lleno de mercancías, a quién le iba a importar, claro). Como usuaria habitual de dicho medio de transporte, me he armado de paciencia y he comenzado a leer la noticia. Pues qué mal trago han tenido que pasar los pobrecitos, oye...
Hasta que llego al final de la noticia, en El Periódico en línea. Entonces he pasado del pasmo por la incompetencia de Renfe al absurdo de la realidad estereotipada. Lean, lean...
SERENA INDIGNACIÓN
Xavi López, un bibliotecario de 36 años que esperaba el tren para dirigirse a Manlleu, era la viva estampa de la indignación. "Que hagan tabla rasa porque esto no va" señaló a este diario cansado de que las averías de Renfe incidan de manera determinante en su vida cotidiana. "No es solo ir a trabajar, es cualquier cosa, ir al dentista, hacer unas gestiones", afirmó, eso sí, sin alzar ni por un momento la voz.
Pos ná, cojo mi sereno pasmo y mejor me voy a tomar un café allá donde los medios de comunicación no lleguen, no vaya a ser que se me indigeste...