Pese que aún le quedaba mucho tiempo de formación para convertirse en un maestro biblio-zen, el discípulo estaba preocupado por una de la terribles pruebas a las que debería someterse para conseguir su objetivo.
Esta prueba no era otra que el Gom Usuar. El Gom Usuar era una prueba temida por todos los aspirantes a maestro biblio-zen, pues de no superarla deberían abandonar la senda del biblio-zen y convertirse en lo que más odiaban: un simple cenutriousuario.
El ritual del Gom Usuar era llevado a cabo por la Orden de las Reverendas Madres Bibliotecarias. Orden milenaria que velaba por la aptitud de los maestros biblio-zen sometiéndolos a este ritual. El Gom Usuar consistía en colocar al aspirante a maestro biblio-zen un casco inductor de imágenes. Las imágenes a las que debía enfrentarse el aspirante no eran otras que las de malignos cenutriousuarios tratando de atormentar al aspirante con sus inauditas e inverosímiles peticiones. Muy pocos conseguían superar la prueba. El resto, la gran mayoría, se despojaban del casco a los pocos minutos entre lágrimas de impotencia.
Tras días de congoja el discípulo se atrevió a interrogar al maestro Frikite-Zen:
-Maestro, ¿podría decirme cómo consiguió superar el Gom Usuar?
-Lo superé al conseguir vaciar mi mente gracias al mantra del usuario.
-¿El mantra del usuario? -dijo el sorprendido discípulo-. ¿Y en que consiste dicho mantra?
-El mantra del usuario es una antigua técnica que me enseñó mi maestro -dijo el maestro Frikite-Zen-. Consiste en la repetición hasta el paroxismo de una serie de frases con las que conseguirás que tus miedos se disipen. Y ahora escucha y memoriza, pues de estas palabras, y del uso correcto que hagas de ellas, dependerá que te conviertas o no en un auténtico maestro biblio-zen:
No conoceréis al cenutriousuario.
El cenutriousuario mata la mente.
El cenutriousuario es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total.
Afrontaré a mi cenutriousuario.
Permitiré que sus estúpidas peticiones pasen sobre mí y a través de mí.
Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino.
Allá donde haya pasado el cenutriousuario ya no habrá nada.
Sólo estaré yo.
El discípulo hizo un gesto de agradecimiento a su maestro y se retiró mientras, para sí mismo, se iba repitiendo el mantra. Durante largo rato estuvo memorizando el mantra. Así fue hasta que un cenutriousuario que por allí pasaba lo interrumpió de la siguiente forma:
-Oye, ¿podrías ayudarme? -dijo el cenutriousuario-. Estoy buscando un libro grande y marrón. Trata sobre economía...
El discípulo alzó su mirada al cielo, como pidiendo al Biblio-Dios Dewey que fulminara allí mismo al impertinente cenutriousuario con un rayo vengador.
No conoceréis al cenutriousuario.
El cenutriousuario mata la mente.
El cenutriousuario es la pequeña muerte...