Divertirse no es complicado, o eso dicen nuestros colegas bibliotecarios de Meriden (en el Imperio de Todo el Mal, últimamente conocido como Obama's New Era). Lo cierto es que -dopados con las suficientes sustancias psicotrópicas y una buena cantidad de litronas- cualquier excusa es buena con tal de sacarnos a la calle a hacer el ganso. Los bibliotecarios no tenemos vergüenza, y a veces dudo acerca de la existencia de cerebro entre nuestro gremio (el resto del género humano tampoco sale muy bien parado, todo hay que decirlo). Así, corderitos que somos, vemos unos dibujos animados (sí, qué pasa, vemos dibus, y si me apuras te puedo decir que me he llegado a trag..., digo..., que he llegado a ver dos episodios completos de Hello Kitty) y nos ponemos a emularlos. Con nuestro toque personal, claro. Un toque azul ido... Pero paso a paso. Primero, el origen de la fumada, de la ida de pinza o de la iluminación divina (con un minuto de visualización ya tienen, créanme si estiman en algo su salud mental):