Además de las gafas y el moño, existe otro elemento indisoluble a la imagen del bibliotecario: el carrito, esa cosa con ruedas que usamos para trajinar libros sin tener que herniarnos.
La referencia no es nueva y ya apareció en el blog hermano La Imagen Social del Bibliotecario, pero nunca está de más recordar que hasta la herramienta más habitual de nuestro trabajo puede ser motivo de diversión y fanfarria. ¿Quién dijo que en las bibliotecas no hay fiesta?
Cualquier cosa es válida para motivar a nuestros queridos usuarios, así que echarnos unas carreras con carritos es lo de menos. Y además nos disfrazamos de magos para descubrir vuestros deseos...ay, qué cosas hacemos por amor a vosotros, queridos.
Un par de foticos más. Atención a la indumentaria...