Todo el mundo (o casi) tiene familia; videntes, sexadores de pollos o banderilleros suelen tener hermanos, padres, tíos, abuelos...Las bibliotecarias, también. Es difícil, porque difícil es que alguien se atreva a pedirnos una cita. Pero más crudo lo debe tener el incauto que se fije en la hija de la bibliotecaria. ¿Ya sabe a lo que se expone? ¿se da cuenta de que esa persona está en contacto directo con la mitad del pueblo, tan dado a chismes? ¿que puede hacer que salga una nota de aviso sobre sus intenciones cada vez que quiera coger un libro en préstamo? ¿no le asusta que su novia se convierta en un clon de la madre, moño y gafas incluido? y esas reuniones familiares con la suegra ¿cómo serán? Cuántas dudas...