El alma de una bibliotecaria es prístina y pura. La exterioriza con sus ademanes atractivos y su físico cautivador. Su manera de vestir transmite esa actitud, esa conciencia de saberse única e inigualable. Su mente está a la altura de las circunstancias, ágil gracias a las numerosas e intelectuales lecturas y a la intensa vida social de la que disfruta.
El alma de una bibliotecaria es así:
Lamentablemente, el espejo no está de acuerdo con nosotras y nos muestra esta imagen:
Qué dura es la realidad...