Orden laboral-personal

Cuando uno se imagina un bibliotecario, piensa en él como el sumo de la perfección: libros ordenados, revistas en su sitio, nada fuera del lugar que le corresponde. Pero aburre. Y cómo. No es bueno ser tan perfeccionista, y hay que soltarse el moño de vez en cuando para la correcta paz mental, así que tanto autocontrol hace que nuestra vena caótica se desborde por algún lado. No encontaréis jamás un bibliotecario con la mesa ordenada, de la que se pueda saber el color sin sacar de encima montones y montones de papeles...






 

Twitter

About