La antítesis del silencio es la biblioteca, y el sinónimo de enemigo es usuario. Son muchas las horas al día en que el bibliotecario debe batallar en tan cruel situación, unas veces camuflándose entre el mostrador y la planta a su espalda, otras intentando controlar sus impulsos antropófagos pro-hígados de usuarios. Tarea nada fácil, como comprenderéis. Atrás quedan los tiempos en que uno soñaba con ayudar a la gente a encontrar la información que necesitaba, y más remotas quedan aún las ganas de ayudar a mejorar la sociedad. Ya ni siquiera nos acordamos de la última vez que nos apeteció ordenar mínimamente la colección de libros que se acumula en casa, fruto a medias de regalos "a medida" y de las propias compras impulsivas. Qué ingenuos. Pero no se puede desfallecer. Comeremos usuarios, arquearemos impetuosamente la ceja, practicaremos patadas voladoras, pero bajo ningún concepto nos quitarán nuestras joyas: el moño y las gafas. Como tampoco evitarán que cuando lleguemos a casa nos desquitemos y nos olvidemos del mundo con un relajante baño...de libros.
[Visto aquí; Gracias a Álex por el chivatazo]