Hoy es un precioso día en Barcelona: cielo despejado y sol calentando tímidamente, las hojas de los árboles se arrellanan en las aceras, y el aire huele a invierno. Café en mano me dirijo canturreando a mi biblioteca, después de haber realizado unas tareas pendientes que por fin me he sacado de encima. Un día precioso. Giro la llave haciendo malabarismos con el bolso y el café, y entro decidida. Oigo un ruido, producido por mis pisadas: plof.
Si me disculpan, voy a por una caja de valiums y vuelvo con un mocho.