Aunque los más frecuentes, a la par que insoportables, lectores de las Bibliotecas Públicas así lo crean, los bibliotecarios no son parte del mobiliario de la Unidad de Información. La biblioteca no se abre solita, además de ser especiamente hábiles con los movimientos faciales, los bibliotecarios también realizan tareas que deberían asignarse a seres inferiores, como tú usuario.
Pero no os creáis que pretendo hacer un nuevo compendio de guerra sucia al usuario, sino ponerme en vuestras carnes (ellos, si eres un miembro de esta selecta casa). Porque yo, bibliotecario de pro (perdón por la coletilla), y estudioso -que ni por asomo sabio- en mis ratos libres, también frecuento bibliotecas como uno más de sus "humildes" clientes.
El otro día me puse el disfraz y penetré en una de ellas buscando un poquitín de información. Me dirigí al mostrador y solicité un manual, del cual amablemente me dieron la signatura. Desgraciadamente no lo encontré, aunque sí estaba, en su sitio...
Entonces yo, filósofo frustrado y bibliotecario, por inservible para cualquier otra cosa, recapacité sobre tal suceso como acostumbro. ¿Será que atravesar la puerta como cliente te vuelve gilipollas? ¿Tiene el bibliotecario licencia para castigar físicamente a otro bibliotecario? ¿Sirve el bastón para azotar a compañeros de profesión? ¿Por qué siempre escribo biblitoeca en lugar de biblioteca? ¿Por qué si escribimos friktiecaris en el google sale una entrada de mi -nuestro, compañeros- blog en primer y único lugar? (las últimas no vienen al caso pero no sabía dónde introducirlas, ruego me perdonen)
Claro está tenía ventaja -la que da conocer al bibliotecario en cuestión- por lo que me evité un arqueo brutal y un resoplido de frustración. En todo caso, lo tenía bien merecido, por incompetente.
El efecto colateral de todo esto es evidente, ¿qué autoridad moral me da licencia para reprender a los cabroncetes que me visitan a diario? Bueno y ¿soy un disléxico informacional?