Mientras escribo estas líneas, el cielo permanece encapotado, aunque menos que mi cabeza gracias al estupendo catarrazo de inicio de curso. Estoy segura de que muchos compartiréis conmigo la sensación entre el mareo y el retumbar en mi cabeza. Pero aquí sigo, en la biblio, al pie del cañón, con menos ganas de trabajar de las que ya son habituales en mí y el montón de libros a mi lado, esperando a ser catalogados o a ser tejuelados. Pero me cuesta. Tengo otra pila, con libros y artículos que debería escanear para pasarlos a la intranet. Por Dewey, qué pereza. Menos mal que hay personas que piensan por mí y crean inventos que aumentan mi tiempo de ocio en el curro. ¡Gracias! ¡un robot que escanea libros! aish, cuántas horas más de café podré hacer gracias a la maquinita de marras...