Hoy, en El País, una entrevista a Paul Holdengräber, Director del Programa de Educación Pública de la Biblioteca de Nova York. El texto, aquí. Qué bonito, qué bonito...snif...
Para los perezosos, algunos fragmentos:
Los rostros de los lectores generalmente son graves. A san Jerónimo, paradigma del estudioso, se le suele representar como un anciano meditabundo. La idea del conocimiento antiguamente se relacionaba con la melancolía. Y es universal el popular sintagma "rata de biblioteca"...
En Platón, el conocimiento es erótico. Se transmite por una relación erótica. En la primera frase de Sur la lecture, Marcel Proust dice: "Quizá no haya un día de nuestra infancia que hayamos vivido con tanta plenitud como aquellos que creemos haber dejado sin vivir, los que hemos pasado con un libro preferido". Borges se imaginaba el paraíso "bajo la forma de una biblioteca". Sin sentido del humor no hay verdadera vida intelectual, ni mucho menos vida social...
El momento en que empezamos a leer un libro es extraordinario, un momento de paz que nos extrae del mundo; pero fíjese en el aspecto físico, en el movimiento de los ojos del lector, y verá que constantemente está regresando al mundo. Su mirada se fija en el texto, luego levanta la vista; lee, levanta la vista...
Vaya, y yo que pensaba que los problemas cervicales sólo los teníamos los bibliotecarios, con tanto levantar nuestro prístino cuello...