Seamos justos: casi todos los colectivos profesionales (o no) que se precien tienen chistes. Los hay de abogados, de médicos y de suegras, y hasta me atrevería a decir que los policías (ya sean nacionales o de rancio abolengo estatal) también tienen sus chistes y chascarrillos. Vamos, todos menos nosotros.
Para los cenutrousuarios y demás escoria, no somos ni lo suficientemente repulsivos como para generar chistes. Pasamos tan despaercibidos que nos diluimos en un mar de profesiones y colectivos tan apasionantes como los taxidermistas, los laringectomizados o los peripatéticos (nótese el esfuerzo máximo del redactor para recordar palabros de más de tres sílabas).
Nuestor filósofo en paro lo dejaba ya claro en un post anterior, pero por si estaban en las nubes o fuera de onda, lo resumo: los que tenemos sentido del humor somos marginados y denostados como leprosos en los tiempos del Nazareno. Pero no en todas partes cuecen habas. Para desgracia de la élite bibliotecaria nacional, la IFLA tiene, en su página web, una sección de chistes. Sí, amigos/as, chistes.
Están en inglés (fallo perdonable), y se atreven con todo lo sagrao de la profesión: los cenutrousuarios ("You can be sure the student who has the most overdue books reads the least."), los otros cenutrousuarios ("When a teacher recommends a library book to a student, you can be certain that the teacher has checked out the only copy and has lent it to a friend in Peru.") o directamente nuestros jefes ("The "super" syndrome: Libraries are always empty when the principal or superintendent comes to visit.").
No les daré la vara acerca de qué pueden encontrar. Sólo pasen y vean.