Nadie discute que la bibliotecaria sea parte del mobiliario de la biblioteca, diferenciada de aquél por su escote y/o por su faldita. No obstante, esa aparente discreción no concuerda con la realidad: la bibliotecaria es el centro de todas las miradas. Así, no es de extrañar que todos quieran ligar con ese témpano de hielo bajo el que se esconde un torrente de fuego. Todos los hombres quisieran tener a alguien así a su lado, aunque es harto difícil dada la escasa sumisión de ella. Se impone la coacción como último recurso para someterla. Y sólo hay una cosa con la que se puede chantajear a una bibliotecaria, porque sólo hay un objeto cuya destrucción le duele en el alma.
[Gracias a Anna por enviármelo]