Parece que habláramos del pleistoceno, pero no hace demasiados años la palabra de poder en Internet era Yahoo. Existían, por supuesto, otras pseudopalabras, como Ozú u Olé, que ya casi son una anécdota de nuestra memoria. Sin embargo, de unos años hacia aquí ha ocupado su lugar Google de tal modo que no podemos concebir nuestra vida tecnológica sin él. Ha arrasado con el resto de correos electrónicos, nos permite tener una agenda espectacular en línea y, principalmente, es el buscador más usado. Ya nadie se plantea usar otro. Pareciera que todo está en Google, y lo que no está, es porque no existe. De hecho, se ha comido al resto de buscadores, y no me refiero sólo a Internet, sino que también se ha zampado al humano-buscador por excelencia: el bibliotecario. Bueno, en realidad, está en ello, porque nosotros seguimos en pie de guerra, cuchillo entre los dientes y mirada fiera. Somos insustituibles y prevaleceremos.