Hoy es viernes. Cielo plomizo, temperaturas bajas y ánimo oscuro. Veo entrar a un usuario y me entra el desconsuelo. No lo veo entrar y me pongo de los nervios. Tengo que repetirme a cada instante por qué me hice bibliotecaria y qué me lleva a permanecer aquí, esperándolos. Me exaspera y me produce desasosiego esta rutina diaria. Pero un día te hacen llegar una propuesta, la del autopréstamo, y ves la luz al final del túnel. Es una propuesta que debo poner en práctica inmediatamente, sobre todo ahora que tengo mi tacita haikuganadora a mi lado cada día. El innovador, genuino como él solo, es Fernando Juárez, bibliotecario de Muskiz, a quien a partir de ahora pondré en mi altar, junto con Dewey, Ranganathan y la Estivill.
Ná, oigan, yo me voy a por mi cafelito...
[Gracias de corazón a Beatriz KM por el enlace]