Miedo escénico

Por todos es sabido que hay colectivos profesionales que se prestan a relacionarse socialmente en mayor o menor medida que otros. En esa especie de ránking imaginario los bibliotecarios andaríamos por la cola, muuuuuy abajo.

Y aunque estoy seguro que para un usuario es un marrón -o debería serlo- pedir, en un biblioteca, si tienen un libro de color azul que va de la vida de un dinosaurio llamado Nico, hay situaciones en esta vida más desagradables.

Sin duda los maestros del miedo escénico son los médicos, a los cuales idolatro desde hace unas semanas. Sí, me rindo ante la evidencia, nos superan en "mala folla" y encima con premeditación y alevosía.

Claro está que ellos juegan con ventaja, hacer esperar al usuario 90 minutos en una sala repleta y sin aire acondicionado (la otra posibilidad es que lo tengan a 4 grados bajo cero). Táctica similar ésta a la que utiliza César Millán para adiestrar a los perros, primero los cansa y luego los sodomiza (probablemente él utilizaría otro verbo).

Así, cuando estás dentro, y ya ni recuerdas el motivo de tu visita, estás en un estado de semi inconsciencia que te hace inmune al dolor. Y esa cualidad, que podría ser positiva, en esas circunstancias es una putada, como cuando llevas el coche al mecánico y deja de hacer ese ruidito tan molesto (por eso siempre llevo la música a tope).

En mi caso esto es mucho peor, que un hipocondríaco capaz de asociar tantas enfermedades como registros tiene Medline, no sepa expresarse a sí mismo sus dolores, es frustrante y un ejemplo más de una de sus múltiples desviaciones. Por eso utiliza el autor la tercera persona, para no sentirse aludido...

Al final a uno no le queda más remedio que admitir la derrota y disculparse ante la mirada victoriosa del profesional, que en 1.45 minutos ha despachado a uno de sus últimos clientes (los primeros están reservados para el colectivo del imserso). En ese tiempo sólo has podido observar la gran exposición de títulos inverosímiles ( del estilo de experto en verrugas rugosas de los dedos del pie izquierdo) y el gran catálogo de libros de los años 80, lo que te da una idea del nivel de actualización del profesional.

Espero algún día llegar a ser documentalista clínico o sanitario (desconozco la terminología exacta) para culminar la venganza que tengo en mente.... hasta entonces seguiré esperando a que uno de ellos venga a hacerse socio de la biblioteca. Aquí te espero, BWA-HA-HA-HA-HA.

 

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