Fue un 29 de septiembre en Barcelona. Era un sábado por la tarde en apariencia normal; la gente paseaba por la Plaza Catalunya, algunos cargados de bolsas con sus recientes compras, otros sencillamente paseando su ociosidad y unos cuantos manifestándose en Plaça Catalunya y cerrando el tráfico a los mencionados ociosos. Ninguno de ellos era consciente de que, en la esquina de la Plaza Catalunya con el Corte Inglés, el mundo estaba a punto de cambiar.
Sucedió a las 20:45 (aprox.) en la ya citada esquina. Tras unos momentos de incertidumbre sobre la posición exacta del punto de encuentro, los conspiradores por fin se reunieron. Hubo efusivos saludos y presentaciones (con sorpresas incluidas). Rápidamente la comitiva se desplazó al Machiroku, pues conspirar en medio de la calle y con el estómago vacío no parecía lo más idóneo.
Una vez llegados al Machiroku se escogió la mesa que estaba en el rincón más oscuro del local. El lugar ideal para conspirar (tan ideal que una hora y media después otro grupo de conspiradoras prácticamente nos desalojó del lugar).
Antes de empezar a conspirar entre una degustación de japoneses manjares se procedió a la entrega de la Taza del Poder a su legítima dueña (que ya empezaba a poner esa carita que ponía Bilbo Bolsón allí en Rivendel cuando le pedía a Frodo que le enseñara el Anillo).
Aquí pueden ver otro detalle de la misma con la inscripción que identifica a la vencedora del Primer concurso de haikus bibliotecarios (o frikitecarios) para tazas u otro merchandaising de ese (pese a lo que digan los que sostienen la teoría conspiratoria-tonguista).
En esos momentos también se pasó a dar testimonio gráfico de otro merchandising que vendría ser una especie de prueba piloto del Frikitehaikus Merchandising Project.
Aquí pueden observar otra instantánea de la taza así como el frontal de una camiseta con un símbolo que, probablemente, les resulte familiar.
Y esta otra instantánea donde puede verse la parte de atrás de la mencionada camiseta con su correspondiente haiku.
Tras la prueba de cámara los manjares fueron dispuestos ante los conspiradores.
Durante la degustación, por fin los conspiradores trazaron su plan de dominar el mundo...
...que aparecía ante ellos como si de un sashimi de jurel se tratara.
Por otra parte a aquellos que consideran que una kedada de tres, no es kedada ni es nada, decirles que para comunicar planes conspiratorios los grupos reducidos dan mejores resultados. Las exposiciones y turnos de réplica fluyen... Como un haiku.
Los conspiradores fueron dando buena cuenta de los manjares mientras perfilaban la Revolución Frikitecaria y daban cuerpo a una de sus primeras iniciativas, la antes mencionada del Frikitehaikus Merchandising Project (más noticias próximamente...).
Una vez acabada la cena, y ante la imposibilidad de continuar allí la sobremesa debido al desalojo propiciado por las antes citadas conspiradoras (sí, como lo oyen: un local de conspiradores con lista de espera... como está el mundo globalizado), sus conspiradores favoritos decidieron regalarse un menage a trois... ¡Qué no! Malpensados; fuimos al menaga a trois y tomamos otra (¿otra qué? Y a usted qué le importa, haber venido).
Como último apunte señalar que se habló de futuras frikitekedadas. Se discutieron sedes con gran capacidad, pues ahora tocaba la labor evangelizadora de la revolución. Entre las posibles sedes tomó cuerpo la idea de tomar cierta terraza de un conocido guerrero catódico para planificar el siguiente paso camuflando la acción conspirativa como si fuera una inocente reunión de tupperware.
Y eso fue, en líneas generales, lo que sucedió en la primera frikitekeda... Y si alguien quiere más detalles convocado queda para la siguiente.